Esta existencia mía que entre velos y risas fluye
no es casualidad de dioses o destinos,
sino de criatura inmune
que al viento ruge y a mí enseña camino.
Es la guirnalda de mi desatino
la madre de mis remolinos,
la dueña y señera de mis privilegios,
la que amo con todo sacrilegio.
La que me dio la vida
no por casualidad, no por destino,
sino en voluntad,
en libre cariño
Y para que nunca olvides
lo que me circunscribe,
lo que me guía e ilustra,
me descubre y no me frustra,
te regalo y rindo
la luz que me diste.
Aquella que me viste,
la que da sentido a la que di,
la de mi capricho, la que parí.
Madre mía, sonrisas y lisonjas,
es la que besa mis pasos
errados o certeros.
Son los míos, fueron suyos.