La presión de apurar la vida
me agota en cada rima.
El vivir cada instante
me torna delirante.
La existencia es gota a gota.
El palacio de cristal,
un camino que brota,
un ruido con final.
Mece el tiempo en un sedal,
gira el alma en libertad
que vuelve a la niña fiera
en la riña que desvela.
Viviendo por la senda,
por la herida sin venda,
por el páramo de luz
del aliento sin quietud.
Girando la fortuna
en la rueda de luna
del trampolín sin red
que llena el sin querer,
amarillean los huesos
como tenues bostezos
de sueños inacabados
en lechos resquebrados.
Apura, apura los instantes.
No mires adelante,
manosea el presente
sin discernir los frentes