25 de septiembre de 2010

El buzón



Todos los días se acercaba al buzón a comprobar si la carta había llegado. Cada mañana, nada más abrir los ojos, su primer pensamiento era saber si la barriga del viejo cilindro metálico tendría algo con lo que espantar el hambre.

Se incorporó en la cama, buscó a tientas las descosidas zapatillas de paño, y acomodándoselas en sus pies con ritmo sosegado, lanzó un suspiro que hizo volar las cartas desperdigadas de la mesilla. Se acercó al pequeño espejo que le desafiaba desde la pared y observó, sin mucho interés, su rostro que hacía de autorretrato en el museo de su habitación. Las canas revueltas coronaban sus sienes y la espinosa barba le servía para ahuyentar el picor de sus manos. Mientras sacaba la lengua, no sentía que se burlaba a sí mismo, sino que viéndose de tal guisa, se daba cuenta de que su vida no le llevaba a ningún lado.

19 de septiembre de 2010

Hoy me debo a ti



Hoy me debo a ti.
La brisa huele a mar
y apetece el sabor
de tus frutos encarnados.

Mira la ausencia:
se desvanece, tenue…
La vida resurge,
la savia decanta.

Árbol florado, preñado
de frutos rosados
que lamo con ansia
de tus pechos cebados.

La vida me mira,
me reta en algarabía,
de plena; respira
resucitada en orgía

Hoy me apetece, sí
saciar mi bocado
hoy eres mía
lisonja, mi halago.

Negrura no existe.
De luz empapado
la canción triste
por fin ha acabado

Ahora, disfruto el instante.
El alba traerá otro,
pero éste me lo quedo;
el que yo libre abrazo.

4 de septiembre de 2010

¿Quién robó mi niñez?



Cuando ya no olían las flores,
y la hierba se canelaba,
el agua se posó oscura
y la cometa cesó su volar.

Cuando madre quebró su sonrisa,
la calle mató mi patio,
y áspera limaba el hambre,
se me abrió la herida.

Apareciose la llaga de la vida
repicando sus nanas en elegías,
blanqueando las sienes de añoranza
tejiendo mortaja en camastro.

Dadme fuerte abrazo
hijos, niños de mis niños
hacedme saber con guiños
que corta la vida prospera.

Y yo me pregunto:
¿quién robó mi niñez?