26 de abril de 2010

Desde la distancia


Recuerdo aquellos años con una pequeña sonrisa en mis labios. Aquellos tiempos en los que la única preocupación era qué hacer para liberar la energía que crecía dentro.

No olvido las riñas por el balón, las heridas en el pecho abiertas por la burla, pues la coraza era todavía esponjosa o simplemente no se llevaba... se vivía a pecho descubierto. Todos éramos más frágiles, más cristalinos, más inocentes, pero con una gran capacidad de cicatrización.

Tampoco borro la primera pelea, la sangre vertida en el suelo, el miedo escénico, la vergüenza pública, la herida causada al amigo, el perdón indudable; las batallas de infantes por un territorio de amistad, el amigo del alma, el enemigo a la espalda; el futuro virgen abierto a mi antojo, la posibilidad de elegir, la capacidad de navegar en sueños sin fronteras.

Pero sobre todo añoro los amores de inocencia: la conquista de la niña de mis ojos, las princesas inalcanzables que sólo se rozan en los sueños imberbes; mi primer no, mi primer sí; el rocío de sus labios, el olor de su pelo; la tensión de su cuello, el temblor de las manos, nuestro vello rasgando el cielo. ¡Oh!, el rubor ante el nacimiento de sus pechos, el surgir de la mujer en forma de niña, su picardía aplastando mi inocencia; el brotar de mi bozo, el hallazgo del bálano, el alzamiento de mi estandarte, el derrame de mi ser.

Recuerdos que me traen a lo que soy, y echando la vista atrás me rememoro trotando las sendas que peinaban los afables prados, los sencillos y coloreados, ahora abruptos y secos, donde la cita con el candor se halla en contados oasis que me sostienen cuando la desazón toca mi puerta.

24 de abril de 2010

Serrat evoca a Miguel Hernández


Ayer viernes tuve la oportunidad de asistir al concierto de Joan Manuel Serrat en el Palau dels Esports de Elche. Con éste, se inauguraba la gira que el cantante catalán dedicará en exclusiva al poeta Miguel Hernández, coincidiendo con el centenario del nacimiento del poeta de Orihuela (Alicante).

Serrat, con su nuevo álbum, “Hijo de la luz y de la sombra", retoma la exquisita costumbre de vestir de música las letras de poetas como ya lo hizo en 1969 con Antonio Machado y en 1972 con el propio Hernández.

El recital de ayer fue un emotivo renacer del “poeta del pueblo”. Un sonido excelente junto con el montaje de luces e imágenes que acompañaban a los textos en cada una de las canciones, creó un ambiente emocionante donde la pasión de Serrat (que está de maravilla tras su operación de pulmón de apenas mes y medio) nos levantó a todos de nuestros asientos. Serrat comenzó y terminó el concierto de tirón, recitando algunos versos del poeta cada tres o cuatro canciones. Nos dio las buenas noches tras acabar el último tema y ante la petición por parte de los asistentes de que cantase alguna canción suya, Joan Manuel expuso que no sería justo bajar el nivel de la gala y que el concierto era un monográfico donde el único protagonista era Miguel Hernández.
 
Me sorprendió el estado físico de Serrat, fue creciendo poco a poco durante la velada, y la energía que transmitió fue abrasadora. El caudal de voz lo mantiene a la perfección, así como su saber estar sobre las tablas.

En fin, tan sólo quería transmitir lo bien que me lo pasé ayer. Si la poesía de Miguel Hernández es hermosa, recitada y adornada con melodías, se te clava con más fuerza en el corazón.

Gracias Serrat.

Para muestra un botón:
 

El poema original de Miguel Hernández:

He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de, mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mi dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mi como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo.
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano.
Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas,
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.

21 de abril de 2010

Maestro Chaplin


El gran dictador es una película escrita, protagonizada y dirigida por Charles Chaplin en 1940 que se suma a otras geniales creaciones que realizó a lo largo de su carrera. Es una sátira del fascismo, y en particular de Adolf Hitler y su Nacionalsocialismo. Si no habéis tenido la oportunidad de verla os la recomiendo. Aquí os dejo un fragmento maravilloso en el que se muestra la maestría del autor combinando todos los ingredientes necesarios para crear una escena sublime.

Que lo disfrutéis.

15 de abril de 2010

Idilio


Hoy he hablado contigo
Mirándote a la cara,
Mirándote a los ojos.

Y a cada pregunta, un suspiro;
A cada mueca, un latido.
Me has arrebatado la fatiga
Embriagando todos mis sentidos.

Ahora, no discutas conmigo mar embravecido,
Permite a las olas que perfilen tus caderas,
Que empapen la roca desnuda
Floreándola de algas,
Engalanándola de caracolas.

Porque vida envuelves a tropel
Con miles de partos llorando
Regalando latidos de espuma
Desde tus entrañas hasta mis encantos.

Y dime por qué has encandilado la luna
Cautivando su vanidad sobre tu espalda
Ahogándola, quebrando su cordura,
Apagando la blanca guirnalda.

Libérala de los espejos de tu noche
No prendas en llamas mis celos
Traicionando nuestras íntimas veladas
Plenas y siempre vacías de reproches.

Sólo quiero gozar tus misterios
Escondidos en la rizada marea,
En los inmensos campos trinados
De cánticos de piedra contra piedra.

Acabemos pues nuestra ronda
Con las primeras luces del alba,
Muriendo en rayos ensangrentados
Entonando roces en salvas.

A continuación os propongo una conocida melodía que siempre me recuerda mi amor por el mar. Ella me transporta hacia su fuerza y su romance.

8 de abril de 2010

Oda a la derrota


Etílico vaho por la puerta asoma
No es mal presagio sino doma
De un caballero rancio y mal parado
Que regresa de batalla en páramo.

No muestra  apariencia de honor
Ni asomo de resplandor,
Su calada vestidura de sudor
Que sin reparo porta sin rubor.

No eres tú, no es aquél
El que antaño valeroso redoblaba
Voceando en una andanada
Las glorias de una tierra lejana.

La batalla está concluida.
Ganada, qué más da, o perdida,
Lo que muestra el semblante
Del venido a menos caballero andante.

2 de abril de 2010

Mariposas en el estómago


Hace, ya hace mucho tiempo que no siento el escalofrío en mi piel. El dulce hormigueo de la felicidad y la sonrisa pintada en mis labios se ha marchitado. Y la cuestión es: ¿necesito ese escenario para vivir?.

-No sé, pero aquí está todo muy oscuro, huele mal y las paredes suenan a madera cuando las golpeas -suspira la realidad-. Creo que lo único que se mueve son los gusarapos en tu barriga.