11 de febrero de 2012

Miguel Hernández



Hoy me apetece leer a Miguel;
porque me hace ver luz donde la sombra cayó
donde lo ordinario es acontecimiento,
el asta mástil de bandera
y la naranja dulce manjar.

Donde el pajar huele a hierbabuena,
la oveja es compañera de viaje,
el almendro engendra milagros
y su tierra es la mía.

Miguel, oh Miguel,
mi querido y añorado Miguel,
donde tú rozas yo palpito,
y cuando tu viento se calma yo muero.

Esta noche, Miguel, yo te añoro.
En este cielo que tuyo fue me cobijo,
y nadie como la piedra alicantina
será más terca y dura que mi recuerdo.