4 de febrero de 2010

Adios Adolfo, adios

 
Siempre que mi bolsillo me lo ha permitido he sido asiduo en el consumo de prendas de la marca de este señor, pero mis principios no me consienten seguir aportando ni un solo euro a su empresa. No, después de leer esto:

El diseñador y modisto gallego Adolfo Domínguez urge al Gobierno a implantar un "despido libre, sin trabas administrativas ni judiciales" en el mercado laboral para que la gente se gane "cada día" su puesto de trabajo y así solucionar la crisis en España.

Y esto:

"Los empresarios necesitan libertad para reorganizar sus empresas y que no les cueste una barbaridad prescindir de un individuo que ya no es bueno", explicó antes de cargar contra el Estado del Bienestar "tal y como lo han organizado los europeos y españoles".

Luego, si os apetece leer el artículo, el señor Domínguez hace, en mi humilde opinión, un ejercicio de demagogia barata, sienta cátedra y nos da lecciones de economía. Claro, es que él no es un trabajador por cuenta ajena. Quizá lo haya sido en el pasado pero se le habrá olvidado. ¡Qué despiste!. Ahora, él decide quién es bueno y quién no lo es. 

Siempre he sido de la opinión de que se puede consumir el producto de un individuo (ropa, alimentación, arte, etc.) y contribuir a su renta, siempre que sus actos en el plano personal le afecten a él y a nadie más. Respecto a las corrientes de pensamiento que llevan o pueden llevar a actuaciones perjudiciales para terceros, como es el caso del señor Domínguez, sí que aquí cierro el grifo. Otro caso es cuando veo que hay personas que no escuchan una música porque el cantante es homosexual o drogadicto, en esta situación simplemente me desternillo. Ellos se lo pierden.

En contestación al famoso modisto, podéis leer un estupendo comentario de José Jiménez en la web Finanzas.com.