22 de enero de 2010

Harto, quemado, hastiado... vamos, hasta los cojones.


Acabo de leer en un periódico digital la enésima noticia sobre lo mismo: Sexo e/o Iglesia. Y no me estoy refiriendo al celibato o a la utilización del preservativo, que es un tema a tratar aparte. Estoy pensando en la pederastia (según la RAE, abuso sexual cometido con niños) y en la pedofilia=paidofilia (según la RAE, atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes).

No quiero generalizar, pero para mí, los únicos miembros de la iglesia católica que merecen reconocimiento y admiración son los que están bregando en una misión terrenal de lucha contra el hambre, la enfermedad y en defensa de los derechos humanos. Pero, al igual que respeto al resto de componentes de la jerarquía eclesial, también los detesto y repugno. Y no me refiero a los que cometen las salvajadas, que para esos están los tribunales y las leyes. No, señalo al obispo, al cardenal, al cura de mi pueblo, al Papa y a la panda de políticos (incluyo al gobierno) y asociaciones afines que los sustentan moral y sobre todo económicamente. Ellos son los únicos responsables de tapar “los temas espinosos”, de pagar fianzas y distraer con “gomas que preservan” y su particular idea del respeto a la vida. Se me ocurre el apoyo al "respeto a la vida " de Francisco Franco durante cuarenta años, al nazismo de Hitler y al régimen de Pinochet.

En fin, estoy indignado. A veces uno se acostumbra, pero no debemos permitir que se nos haga callo, se pierde la sensibilidad.

Es digna de leerse esta noticia "Diez Avemarías", hace que te yerba la sangre y te sientas jodidamente vivo.